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"La relación más excitante, retadora e importante de todas es la que tienes contigo misma. Y si encuentras a alguien que ame el tú que tú quieres... eso es increíble" Estudiante. Escritora aficionada y fanática de la actualidad.

miércoles, 9 de noviembre de 2011

Mi villa del refugio

Abrí el armario para coger cualquier prenda que me protegiese del frío exterior, y después de un intento fallido al no encontrar nada en aquella leonera, abandoné mi casa cerrando la puerta a portazo limpio. Sí, mi cuarto parecía una auténtica jaula para animales. Los abrigos de lana se amontonaban en estantes, entremezclándose con los folios de apuntes del día anterior mientras que ropa interior y camisas frecuentes adornaban el cabezal de mi cama, la parte inferior de la mesa de estudio o incluso un pequeño rincón en el cuarto de baño. Aquella acefalía era mi habitáculo cotidiano, pero en días como aquellos resultó ser un gran manto bajo el que tiritar en las noches mas frías, y aquello era más que suficiente.

De manera que me marché. Me marché porque lo requería. (Parece que la habitación que no era el único caos del momento) Mi corazón necesitaba un respiro en días ahogados como los que corrían y nada mejor que un poco de aire puro después de conocer la pura realidad. Así que opté por dejar de dar vueltas a la manzana -y a mi cabeza- decidiendo finalmente dejarme caer sobre un banco, aunque fuera con el fin de despejarme unos minutos y observar aquellos días que parecía haber desperdiciado. Un poco de empache vital, todo lo que necesitaba para desenmascarar mi conciencia y saber actuar, saber pensar. Y que durante tanto tiempo pareció que no llegaría nunca

Me acordé entonces de que debí haberme detenido unos minutos a buscar alguna prenda otoñal, porque se levantó una brisa que puso mi piel de gallina. Tenía frío. Frío en los brazos y en mis ideas, en mis sentidos. Frío en el cuerpo, en las orejas. En los brazos y en los dedos de los pies. Y en el corazón.

Y de repente llegaste tú. Traías contigo un enorme chaquetón forrado de afectividad. Las mangas tenían pinta de ser calentitas, lucían bordes desbordados de cariño. Y debajo del cuello vestía una larga cremallera por la que asomaban dos cordones de todo un montón de dulzura. Entonces me miraste con aquella apacibilidad que te caracteriza, me sonreíste para tranquilizarme, y me arropaste con ternura mientras cubrías mi cuerpo del frío, haciendo lo mismo con mi corazón.

Fue entonces cuando te convertiste en mi guarida, en mi villa del refugio. En mi recinto estable, lugar al que acogerme, o incluso un pequeño desván donde poderme desahogar. Me concediste tus mejores abrigos para las noches más frías, los más buenos de tus consejos. Fuiste tú la que calmaste aquella marea negra que parecía no cesar nunca, aquel oleaje que no me dejaba vivir, que no me dejaba soñar. Y lo conseguiste. Me protegiste de cualquier frío, dolor. De aquella pleamar permanente. De cualquier pensamiento extraño, cualquier impostor sucedáneo, o incluso de todos y cada uno de los miedos que se colaron entre los caminos de mi futuro. Pasé, en un abrir y cerrar de ojos, del momento más frío desde hacía años... al instante en el que conocí la parte más cálida de toda mi vida. Y aquello no lo cambiaría por nada del mundo.

"Por eso ahora, cuando tengo miedo de vivir... o de no saber donde recurrir, me acuerdo de todas las veces que has estado conmigo. Es como si fueras un gran escudo invisible, un arma inmortal capaz de amortiguar cualquier tipo de golpe. Tú aguantas todo, sea lloro, sea enfado. Cualquier tipo de maldad en mi vida la conviertes en instantánea, fugaz. Haces sencillamente que se marche para siempre. Lola, tú cuidas de mí incluso cuando no existen razones de las que preocuparse. Tú haces que mis peores momentos se hagan leves, y llevaderos... y gracias. Gracias por ser ese apoyo incondicional que me hace permanecer tan segura de mí misma. Gracias por apostar por mí. Porque cada vez que mi mirada se pierde, cada vez que mi corazon gotea, o que mi pensamiento parpadea, estás tu para llenarlos, para sanarlos, y para decirme e inculcarme que siempre te quedarás y me arroparás en las noches más frías. Y sobre todo, porque desde que se torció mi mundo y salí de aquella burbuja, nunca sentí tanta fuerza, hasta el día en que supe que te quedarías conmigo para siempre"

Gracias por ser esa especie de amiga-abrigo que todos necesitamos, y que yo pude encontrar en ti. Por aparecer en el momento más frío, y por hacérmelo todo mucho más fácil. Sabes de sobra que ese "abrigo" que me proporcionas siempre tendrá un lugar en tu armario para cuidarte con todo su amor por mi parte.

Te quiero con todo mi corazón, y siempre estaré contigo.

Sol

martes, 18 de octubre de 2011

Dos minutos


El ir y venir de aquel pensamiento no le dejaba dormir. Tenía la mente fría, opaca. Solo que en determinados momentos sus paredes internas se tornaban de un gris translúcido y, durante unos segundos, conseguía recargar de luz su interior. No duraría mucho. Aquello que funcionase como pila no tardaría en descargarse... y, de vez en cuando habría que recargar el cartucho de nuevo. "Deme solo dos minutos"
Concentrada, y con la batería a su máximo, decidió retomar aquel vaivén nostálgico, y de explicación genuina que todavía, traviesa ella, no se dignaba a aparecer. Pero se conocía las pisadas de aquellas sensaciones. Sabía cuándo dejarlas fluir, cuando pararles los pies. Las leyes imposibles de un "quiero y no puedo" que florecía por momentos, y que para cuando se diera cuenta, ya habría sembrado aquello que siempre intentaba esquivar; ese "puedo y no quiero" continuo, aquel vértigo terrible que supondría imaginarlo de nuevo y que la dejaría temblando, sin saber a qué aferrarse.

 Consiguió sintonizar cabeza-corazón... Por favor, ¿La emisora de mi pasado? (...) Las respuestas aparecen por sí solas como brisas marinas. Sin una veleta, brújula o gran mapa que les haga seguir un recorrido preciso, un rumbo exacto. De repente un día, cuando subes el toldo de tu mente para respirar aire puro, la tienes. Sin esperarla, sin predecirla... sin más. Aquellos dos minutos que le robaste a la vida... son solo aquellos que la oportunidad tardó en adentrarse y camuflarse en los días de tu vida.
Fue entonces cuando comprendí que las acciones incorrectas, el poco acierto de mentir, o la necesidad de actuar mal, no existen. Ni siquiera se trata de ganas de estropear, o de hacerle el trabajo más difícil a la vida. No pensemos mal. Sólo son ignorantes. Personas que no conocen ni saben las reglas de este tablero. Personas, que aunque se les haya enseñado a jugar a este juego vital, y teniendo a sus pies la oportunidad de aprender a hacerlo; en tan solo dos minutos... La han rechazado.
"...Qué curioso aquél filósofo, que ya lo afirmaba"
Sol

viernes, 14 de octubre de 2011

Felicidades Rubia bonita


Ella prefería no decírselo. Siempre había permanecido en un segundo plano intentando pasar desapercibida entre las paredes de su vida, y así poder espiarla muy de cerquita. Lo llevaba haciendo desde antaño, hacía mucho tiempo, y siempre había dado resultado. ¿Por qué no seguir guardando el secreto? Se trataba de desempeñar una única tarea: Convertirse en su ángel de la guarda, para solo... cuidarla en todos los momentos de su vida.
Conforme fueron sucediendo los días... también fueron floreciendo el cariño, y la ilusión que portaba en cada parte de su cuerpo, de su vida. Yo nunca me hubiera revelado, pero fueron esos andares acompasados, esa mirada parpadeante que no dejaba de prestarme atención. Y que si dejaba de hacerlo, tan solo era para cerrar los ojos y sonreírme. La unisonancia de aquellos tacones, la melodía de unas piernas perfectas, la sinfonía de unas curvas extravagantes y la risa fresca de unas facciones exóticas. Todo un revuelto de cosas bonitas, aliñado con aquella picardía con la que siempre sabía hacerme feliz.
De manera que no pude contenerme, y allí me quedé. Siempre estuve a tu lado desde hace mucho tiempo. Siempre te estuve cuidando desde la sigilosidad, sin mediar palabra. Cada golpe, cada caída... bastaban para acercarme a ti, y con total familiaridad, recogerte. Y volverte a colocar en el recorrido de tu vida. Esa era mi única misión... hasta que te conocí.
Desde entonces... no solo eres portadora de todas esas cualidades infinitas, de las que todas estas solo son algunas... sino que también eres transmisora de ellas. Te limitas a hacerme feliz, y con ello mucho mejor persona. A agradecerme, con cada sonrisa diaria... todo lo que siempre he querido hacer por ti. De manera que durante todo el tiempo que queda, seguiré cuidándote en cada uno de tus días, como he venido haciendo siempre solo que esta vez... contigo, a tu lado. De tu mano
"Porque desde el día en que me quedé contigo ya no avanzan las manecillas del reloj, ni siquiera se derrite ya el hielo de mi vaso. Y ella está frente a mí. Sin mediar palabra, parpadea, y sigue caminando, esperando a que la siga, como si las dos fuésemos conscientes de que la vida no tendría sentido si no nos tuviéramos la una a la otra"
Para mi Pove... que es su cumpleaños y se lo merece. Te quiero con todo mi corazón
Sol

viernes, 30 de septiembre de 2011

Biprobabilidades. Biposibilidades.

Parece un acertijo. Es como si quisiera resolverlo muchas veces pero siempre llegara al mismo sitio. Como si cuando la primera opción de respuesta no fuera válida hubiera que recurrir a la segunda para seguir intentándolo. Las posibilidades se mezclan, se agitan, se evaporan. Y luego se separan. Se vuelven a juntar. Cuando amanece borroso por un sitio, todo despejado en el otro...siempre. Y viceversa.

Así son las últimas semanas de mi vida. Las contradicciones son solo un ante puesto a todo lo que de verdad aguarda cada día. No es cuestión de nuevos problemas, sino de tener amontonados en un rincón imaginario siempre los mismos. No se trata de terceras personas, de hecho añoro las historias cansinas adolescentes donde tan solo una tercera persona entromete sus zarpas en la vida de otros. No hablo de eso. Me refiero a libros con tan solo dos hojas, historias con dos finales. Biposibilidad, biprobabilidad. Mundos con dos sitios, con dos lugares concretos. La disparidad que supone sucederte en un lugar donde se encuentran cientos de personas y saber que no importa, porque al final, cuando ya te hayas marchado, tan solo te quedarán en mente dos de ellas, de todas las muchas que allí respiraban.

Porque realmente no importa el camino que escojas, la piedra que muevas, el paso que des.  No te molestes en actuar, en pensar, hacer o cambiar. Las cosas ya están predichas, y los errores cometidos. Limítate a soñar, reír, disfrutar. Porque la vida sigue su curso y ese devenir aleatorio es ahora un transcurso imparable hacia un futuro que, de momento, parece inamovible.

Hola, ¿Alguien me ha visto? No me encuentro...

Sol

martes, 27 de septiembre de 2011

Pasado continuo

Se creía poder controlarlo todo. Habían sucedido tan solo un par de meses desde aquel entonces, y, con toda ingenuidad, ya creyó haberlo enterrado. Ella nunca callaba, no tenía reparo alguno. Si algún día le volvieran a preguntar contestaría con la misma simplicidad con que supo reconocer lo que la vida le iba anteponiendo. Se aferraría a los pensamientos más afines para intentar evitar cualquier tipo de recuerdo que el pasado le quisiera hacer revivir. Desde ese día, fue capaz de taparse los ojos  y volver a escuchar la conciencia intranquila de quien nunca consiguió su propósito.

Esas semanas bastaban para haber caído en la cuenta de que no resultaba tan difícil escapar de aquella vida idealizada. Tan solo había que mirar hacia la puerta, abrirla, y estar dispuesta a salir. Era cuestión de desparpajo, humor. Se trataba de darse cuenta que la felicidad de alrededor le ganaba  un pulso emocional al pasado. Aquellos recuerdos ambiguos, la cantidad de momentos evaporados, y palabras que jamás se pronunciaron habían quedado por fin sellados en algún tipo de lugar que jamás quiso pronunciar. De esta manera, cuando consiguió tragar saliva y fue capaz de agarrar los cimientos de su vida… pasó. Y todo al fin terminó.

Desde entonces, día tras día, uno tras otro te vuelves a suceder de entre los estucados de mis paredes con otro rostro y otro nombre diferente. Te limitas a visitarme en cada una de mis debilidades  adentrándote sigilosamente en mis quehaceres como en su día ya supiste hacer. Tu aroma persuasorio y tus diferentes bazas  las conozco, intentan volver a atraparme con falsos argumentos que por bien de unos y mal de otros, he logrado ya esquivar.

De manera que con otro cuerpo, otro nombre, otra excusa. Siendo ya pasado, y queriéndolo ser continuo. Con diferente rostro pero misma instancia. Os presento a lo que la gente llama “amor” y lo que yo, de momento, aun no se que nombre dar…

Para la persona que me inspira a escribir cada día, y sobretodo que me insta a ser feliz y a nunca perder la sonrisa. Gracias por hacérmelo todo mucho más fácil Chus... 

Sol

viernes, 26 de agosto de 2011

Sinceridad: En el papel de él. En la mente de ella


Cuando despertó aquella mañana, todo parecía más sencillo de lo que resultó ser. Ella tenía claro que cuando algo empieza ha de asentarse sobre un terreno, sobre unas bases. Si las bases son sólidas, si está bien construido, nada podrá echarlo abajo. Podría llover o granizar, pero todo seguirá en orden, en el mismo lugar donde lo dejó la última vez. Podrá pasar un huracán y desordenar sus ideas o que un temblor lo pusiese todo patas arriba y haber intentado ponerlos a ambos también boca abajo, pero ella sabía que seguirían ahí. Con un par de grietas más, nada por lo que preocuparse. Porque siempre ha sabido que un día malo lo tiene cualquiera, y que cuando decides perdonar, lo haces con todas tus bazas.
Sin embargo, aquel día resultó diferente. Cuando decidió comenzar, elaboró su lista de bases para asentar sobre el terreno, y cuando las entregó, él cayó en la cuenta de lo difícil que sería cumplir aquella sola palabra escrita en su papel y en la mente de ella. Porque jamás se trasladó a otros lugares, siempre quedó ahí... en su nota guardada en cajones. Y en el fondo del corazón de ella.
Cuando decidí asentarme sobre el terreno aún no lo sabía: Si sientes que las bases no soportan el primer temblor, entonces agárrate. Fuerte, muy fuerte. Agárrate y respira.
A mi hermana Cris, que la quiero con todo mi corazón. Porque de aquí en adelante todos los temblores que queden siempre los pasaremos juntas. Te quiero y siempre lo haré, pase lo que pase. Gracias por estar conmigo.

Sol



lunes, 15 de agosto de 2011

El tiempo no perdona

Todo lo que empieza tiene un final”, así comenzaba un artículo del periódico para despedirlo. Un recorrido donde lo que se veía y lo que se sentía se entremezclan, donde el final era una invitación a un nuevo principio, quizá más interior aún. Un paseo por lo que uno es, ha vivido, siente y ha sentido, una mirada nostálgica, un arañar esa capa de costra que la rutina deja… También, un levantar la mirada hacia el horizonte, enderezar el cuerpo y decirse “aquí estoy, ésta soy yo, ese es el camino a seguir”… pero, en la mayoría de los casos, el camino a seguir es un cruce de varios de ellos, y no siempre, es fácil decidir cuál es el más adecuado. Además no cabe la posibilidad de regresar sobre nuestros pasos.

El tiempo va dejando su huella, no sólo en la piel. También en el alma. El ímpetu ha dado paso al conformismo, a preferir “lo malo conocido, que lo bueno por conocer”,…
Algunas fechas fomentan pensamientos tipo balance, nos da por pensar en lo que somos (tenemos), y compararlo con lo que un día soñamos ser (tener), e incluso hacerlo con un futuro entre corto y medio plazo. A menudo ese cálculo es devastador, porque nos damos cuenta de lo que nos falta, de todo lo que hemos ido dejando por el camino, del valor relativo de las cosas… ¡hemos conseguido salvar bastantes cosas en este naufragio del paso del tiempo! Pero no siempre bastantes es sinónimo de suficientes.

Hoy esteno mi blog, recién llegada y sin deshacer maletas. Necesitaba un pequeño desahogo emocional...
Seguiré escribiendo, Sol.