Cuando despertó aquella mañana, todo parecía más sencillo de lo que resultó ser. Ella tenía claro que cuando algo empieza ha de asentarse sobre un terreno, sobre unas bases. Si las bases son sólidas, si está bien construido, nada podrá echarlo abajo. Podría llover o granizar, pero todo seguirá en orden, en el mismo lugar donde lo dejó la última vez. Podrá pasar un huracán y desordenar sus ideas o que un temblor lo pusiese todo patas arriba y haber intentado ponerlos a ambos también boca abajo, pero ella sabía que seguirían ahí. Con un par de grietas más, nada por lo que preocuparse. Porque siempre ha sabido que un día malo lo tiene cualquiera, y que cuando decides perdonar, lo haces con todas tus bazas.
Sin embargo, aquel día resultó diferente. Cuando decidió comenzar, elaboró su lista de bases para asentar sobre el terreno, y cuando las entregó, él cayó en la cuenta de lo difícil que sería cumplir aquella sola palabra escrita en su papel y en la mente de ella. Porque jamás se trasladó a otros lugares, siempre quedó ahí... en su nota guardada en cajones. Y en el fondo del corazón de ella.
Cuando decidí asentarme sobre el terreno aún no lo sabía: Si sientes que las bases no soportan el primer temblor, entonces agárrate. Fuerte, muy fuerte. Agárrate y respira.
A mi hermana Cris, que la quiero con todo mi corazón. Porque de aquí en adelante todos los temblores que queden siempre los pasaremos juntas. Te quiero y siempre lo haré, pase lo que pase. Gracias por estar conmigo.
Sol
Sol